martes, 9 de febrero de 2021

Reflejos | 3



La tipografía iluminada del bar nocturno esparce pigmentos rojizos sobre la melena de quienes, en pie sobre la acera, charlan. Azules difuminados en la ropa que ha extraviado los colores, algún amarillo que dibuja brillos desparejados en lo oscuro. De repente, la magia cromática desaparece. El dueño, a continuación, impulsa la persiana con un estruendo que zanja la conversación, y con un crujido seco cierra el candado. La noche se espesa sobre los bultos que permanecen donde estaban, ahora en la condición de sombras. Solo de vez en cuando, si los faros de un automóvil los encaran, cobran momentánea realidad.