martes, 28 de julio de 2020

Dietario de sensaciones, 77



La tarde que se pasea por el campo confiado del verano se aloja después, envuelta en un pañuelo, en el interior de un cajón de la cómoda. Cada vez que se queda ahí una, se crea un vacío para la siguiente tarde. No es una acumulación ese habitar, sino una apertura de espacios. Cada paseo que se suma al conjunto es solo la expectativa del siguiente. Su, se diría, consecuencia, o incluso, necesidad. Y sin embargo cada día es también el propio recuerdo de sí mismo. No se mezclan tiempos. El pañuelo los preserva. Con abrirlo, le devuelve su tarde.