sábado, 6 de julio de 2019

# 611


Puertas, arcos triunfales, atrios. Es mejor no entrar nunca por donde se entra. Ni salir por donde se huye. Pórticos, portalones, porches. Nada me dicen. Hay que desentenderse de las señales que los indican. Pasar de largo. Una vereda perdida entre las huertas conduce lejos por donde solo algún labrador cansado pasa. Un sendero entre maleza devuelve, por detrás de los campos de frutales, a las calles acostumbradas. Conozco las fisuras del territorio y solo por ellas deseo transitar. Prefiero las rendijas a los ventanales y las grietas en la arena al tupido asfalto. Busco la ruta de los solitarios.