miércoles, 1 de mayo de 2019

Septeto fluvial | 01



Una vez violines, violas, violoncelos y contrabajos ocupen el cauce, la barca de un piano aparezca amarrada en la orilla, flautas, clarinetes, oboes y fagots revoloteen como pájaros por la fronda del bosque de ribera de trompas, trompetas, trombones y tubas, y bajo mis pies suenen los timbales, tambores y el xilofón de los guijarros del camino, cuando levante los brazos y de nuevo los empiece a mover la música del río inundará la sala de conciertos del atardecer con una cadencia de ritmo asonantado, dulzor melancólico y la carta que a diario escribe la belleza sin destinatario ni remite.