miércoles, 27 de junio de 2018

# 598


Las palabras que en invierno se pronuncian dentro del bosque quedan escritas sobre su atmósfera con la tinta blanca del denso aliento. Un pequeño cúmulo de calor corporal las imprime en la gélida humedad del ambiente y fluyen entre las copas de los árboles como versos de un poema futurista. Una extensa oda triunfal va quedando atrapada entre las ramas a cada paso. Un poema vanguardista que recita la hojarasca con voz ronca y memorizan los insectos entre los arbustos. Una sinfonía de sensaciones oblicuas que convierten el paseo por el bosque en una perfomance. Escritura del lugar. Del instante.