lunes, 28 de diciembre de 2015

1951

José María Fonollosa se instala La Habana 

Al tratar de desanudarla, la goma que sujeta la maleta se suelta con un chasquido contra las losas, se abre y dos o tres libros ruedan por el suelo. El verde alcoholizado de las paredes se carcajea con el tropiezo, y a la cómoda no le importa ser cojitranca y tuerta para sumarse a la chanza. Lamparones antiguos, en honor de las prisas que impidieron retirarla, bailan sobre la colcha. La tarde es la única excluida en la fiesta. Enmarcada en listones sin barnizar preside el cuarto una lámina con un paisaje de abetos blancos junto a un río helado.