martes, 3 de marzo de 2015

El pabellón dorado [7]


La palabra luz es la más difícil de comprender si aparece entre las voces que se refieren a algo. Su sonido escueto y vertiginoso cuando se pronuncia ilumina como un súbito destello, pero continúa dejando fuera de la claridad lo que en apariencia vuelve visible. Una epifanía. O mejor, el sueño de un resplandor capaz de moldear el amorfo fluir de la tiniebla. La palabra luz emerge entonces, dicha, para dar corporeidad a lo que no se puede ver. Y es en ese no verse de donde extrae los signos adversos a la razón. Los signos afines a la música.