viernes, 13 de febrero de 2015

Elogio de las librerías



Asunto de cierta antigüedad y renombre es vivir dentro de la literatura. Aspirar a convertirse en poema tiene sus precedentes. Hoy, tan ciegos ya de visiones, por fortuna quedan aún las librerías. Cada vez menos, pero ahí están. Las de nuevo, desmejoradas, algo patéticas de tanto que quieren gustar, tan con el pie cambiado; las de viejo, algunas verdaderos arrecifes dispuestos a hacer naufragar cualquier época venidera. Como textos dadaístas, los estantes escriben versos espontáneos y efímeros que vibran en la memoria. Como textos sagrados, sacuden las conciencias con epifanías. Cuando uno sale no se reconoce en quien ha entrado.