miércoles, 5 de noviembre de 2014

En el Pabellón de Paredes Imperceptibles 七


Pese a no callar, ni en sueños, no suelen los humanos decir nada. O nada que valga la pena caligrafiar con tinta. Y aunque una multitud inquieta se reúna en calles o mercados a murmurar, tiene más valor lo que escriba el paseante que, para oír, se adentra solitario en la fronda. Dicen las aves y los insectos y dicen las flores y los árboles, pero acaso aún mayor locuacidad posean las rocas. No hay formas que desconozcan o no logren evocar, desde el dragón hasta el sapo. Desde la luna hasta una horquilla del pelo, las piedras expresan siempre.