martes, 25 de febrero de 2014

Machadiana \ 3


Lo llaman Castilla, pero no es más que un crepitar de guijarros bajo las botas. La luz que alguien arruga, un paso. La llama en la que alguien caligrafió las palabras erradas, otro paso. Caminar es el revés de la escritura, un ir deshaciendo lo que se sabe. Un convertir el frufrú metódico de la pluma sobre el papel en rumores. El agua del arroyo, la cantinela de los gorriones, el temblor de la maleza donde se embosca el animal. En murmullos sin significado. Lo llaman paisaje, pero no es más que el chasquido de ramas tiernas bajo las botas.