martes, 28 de enero de 2014

Cuaderno de tapas rojinegras \ 4


En el cristal de la ventana la lluvia deja caligrafiado su monólogo interior. Igual que ocurre con las palabras, cada gota refleja en su esfera un universo. Coincide con lo que la ventana encuadra y al mismo tiempo no coincide. Como un espejo diminuto capta lo que los ojos pueden ver, pero su redondez transforma las dimensiones de lo reverberado. El poema de la lluvia habla de cuanto existe bajo su escritura incesante, pero con las proporciones cambiadas. Lo diminuto más próximo es mayor que lo grande más lejano. Una miga de bizcocho en el mantel deja pequeño al monte.