miércoles, 1 de mayo de 2013

Becqueriana / 13


De la misma forma que existen acontecimientos, por efímeros que parezcan, que después de vividos buscan palabras, imágenes, verso y hasta estrofa en los que transformarse para pervivir, o tal vez solo para dejarse engatusar por el espejismo de la pervivencia, otros, sin que en el momento de producirse se pueda adivinar esta condición, carecerán de tiempo para sedimentarse en una mínima colección de palabras. La mañana de diciembre en la que Bécquer subió al tranvía, ya enfermo, y no encontrando lugar en su abarrotamiento decidió sentarse en el imperial descubierto, quedó perdida, sin respiración. Escribir será prestársela. Seguir contándolo.