lunes, 13 de mayo de 2013

1868

El peor año en la vida de Gustavo Adolfo Bécquer

Yo aprendí temprano, amigos, a querer a los poetas. Enjuto, casi pobre, sus ojos lagrimeaban cuando se inclinó ante la reina, y allí estaban todos aclamando a Quintana y yo mismo, barbilampiño, aprendiéndolo. Lancé las campanas al viento por Enrique Heine desde cuantas torres pisé. Lo divulgué en el fondo de las tabernas y en el imperial de los tranvías. Por Augusto di la vida y La soledad estuvo en mi boca más que mi nombre. Así he vivido, no me hagáis ahora, amigos, que sea yo adalid de mis propias rimas. Si nadie las defiende, morirán sin ese amparo.