miércoles, 3 de abril de 2013

1919

Juan Ramón Jiménez publica Piedra y cielo

La rosa. Y cuando se siente deseada, se sabe rosa deseada como cualquier rosa. Como la rosa que brota en otra rama. Rosa como rosa, no como ella, capaz de iluminar y rendir con su color y fragancia. Rosa sola, que lo es. Rosa sublime, que lo es. Rosa entre las rosas, su única ambición. La rosa. Y cuando el tiempo deje sobre sus pétalos la huella de sus pisadas. Y cuando una cenefa oscura marchite su esplendor, cómo seguir siendo sola, sublime, singular. Cómo continuar manteniendo su esencia de rosa, de rosa deseada por ser ella misma, ella sola.