martes, 23 de febrero de 2010

Tríptico valenciano (1)

Es cierto que las distancias menguan. Incluso más de lo que señalan los horarios ferroviarios: diseñan vagones que repelen el poco tiempo que el usuario pasará dentro, como si viajar sólo fuera un tránsito en el interior de un cable eléctrico. Los cristales reflectantes hacia el interior exterminan el último argumento de la temporalidad: el paisaje. Cuando uno se esfuerza por contemplar, se ve a sí mismo contemplando. La televisión nos ha acostumbrado a ver imágenes en el rostro de quien las presenta. Los trenes regalan ahora la experiencia a los mortales: mirarse al espejo mirando son las únicas vistas.