domingo, 3 de mayo de 2009

Anotaciones a la vuelta, y 5

Cuando llego a la estación del aeropuerto, un tren acaba de partir. Me siento a esperar el siguiente en el andén vacío. Diez minutos después me acompañan unas pocas personas. Veinte minutos más tarde, sólo algunas más. En los diez minutos últimos un río de gente invade mi antigua soledad. Si cada tres minutos aterriza un avión, y el flujo de personas es necesariamente aleatorio, ¿qué ley explica este importante crecimiento de su intensidad ante la inminencia de la salida ferroviaria? No sé qué dirá la matemática; la sociología conoce bien la atracción de las multitudes hacia las recompensas inmediatas.