Es un Guerau idéntico a mí cada persona
G. de L.
En el paso de peatones de una gran avenida comercial, cuando la mudanza de color
–del rojo al verde– se convierte en pistoletazo de salida, tantas personas que no soy yo
me ven enfrente y avanzan hacia mí, que camino hacia ellas porque no soy ellas. En
este momento, sus identidades y la mía parecen diáfanas. Pero en el centro de la
avenida, cuando quienes se dirigen a calzadas opuestas se entreveran en resquicios
que solo surgen para no colisionar unas con otras, en ese instante no puedo ya decir
que no sea cualquiera de ellas, pues ignoro quién soy.
