Con aquella memoria he escrito un cuento
G.de L.
El tres de enero, de un año que confundo con otros, dormitando en un pajar oí un
ruido afuera. Con el susto, agarré el macuto y quise incorporarme. La puerta se abrió
antes de que lograra ponerme en pie. Quería salir volando y arranqué en cuclillas la
carrera que detuve. No era un malhumorado campesino con un garrote quien me
miraba. No había nadie. Quizá el viento la empujara. Vi entrar una luz que de
inmediato vestí con un jersey de lana sobre una suave piel. Una voz sonó con dulzor.
Un aroma a pan recién horneado que nunca percibí.
