miércoles, 5 de enero de 2022

Pequeño cuento de la noche de Reyes



En un espacio junto a la ventana en el que no hay absolutamente nada —la alfombra, quizá, sosteniendo el vacío— posas la mirada y la detienes. Solo esta noche. Los ojos no saltan el cristal por escrutar la calle y sus transeúntes. Tampoco buscan otro refugio entre las páginas de un libro o las imágenes de una película. Esta noche te sumerges ahí, donde nada merece la pena ser visto y, sin embargo, contemplas una taza con café, unas galletas en un plato. Al lado, una pastilla de chocolate, caramelos, una manzana y un recipiente con agua para los camellos.