miércoles, 10 de noviembre de 2021

Cuentos del hada jubilada (cuadragésimo séptimo)


Al rocío lo que le gusta es engalanar el cabello de los paseantes. Tampoco demasiado, y con delicadeza. Es devoto de los tránsitos. Recorrer el que va desde lo oscuro hacia la claridad es su propósito principal. Y lo cumple con fiabilidad gracias a su esencia de lágrima, que le proporciona la condición de transformar la tristeza en alegría sin necesidad de que transcurra el tiempo. El rocío habla en voz baja, pero prefiere escuchar. En especial le emociona oír los gorjeos de ciertos pájaros y el rumor de las hojas en las copas al paso enloquecido de la brisa.