martes, 27 de octubre de 2015

Becqueriana / 78


Escribas de los designios de la lluvia, artesanos del barro de las palabras, el lenguaje es la piel donde, al ser acariciados, se estremecen los cuerpos. Con más realidad que la realidad, las metáforas se encuentran, se cubren unas a otras con la saliva de los besos, se comunican extensos códices en el contacto de sus lenguas, las manos tañen con sabiduría el instrumento que produce el suspiro más dulce. Las metáforas se despeinan, sudan, gimen. Amanuenses de la disposición de los guijarros en los caminos, menestrales del metal de los sonidos, desnudamos el lenguaje para abrazarnos en su interior.