lunes, 21 de septiembre de 2009

Otoño

La víspera del otoño es el chaleco. Y unas virutas de aluminio en la aleación de la luz. Imperceptibles casi, si no fuera por la apetencia de las sombras en los edificios. Convertido ya el verano en la lista de la compra de una persona desmemoriada, la víspera del otoño inaugura congresos de alta poesía en los encuentros casuales dentro del ascensor: el tiempo que se nos va... Resuelta ya la incógnita del verano, la promesa del otoño de regresar a los jerséis y a las tardes de lectura sabe a poco. A casi nada. A apetencia de las sombras.