martes, 1 de julio de 2008

Después

Dejo la maleta en el vestíbulo y recorro mi casa como animal que reconoce su territorio, pero los objetos y su disposición me resultan ajenos. Recuerdos de ciudades distribuidos en los estantes, papeles sobre la mesa del estudio, libros por leer apilados, folletos con información de la bicicleta que llevo meses queriéndome comprar. Mis ojos tienen la impresión de ser los de una intrusa que husmea. Antes del viaje, aquellos objetos sumados daban como producto mi persona. Ahora carecen de valor para mí. He de empezar de nuevo a darle significado a todo esto. A descubrirme en cuanto he perdido.