viernes, 28 de noviembre de 2025

39 Miradas



Desde que empecé a bailar no consigo detenerme. Sin frenos, cuesta abajo, dice padre, que todo lo contempla con las manos al volante. Que me aquiete, repite madre, como si estuviera en mis manos hacerle caso. Era una niña sosegada, lo recuerdo. Tal vez un poco pizpireta. Contemplativa. No porque lo fuera, sino porque aún no sabía quién era. Solo aguardaba. Como quien se detiene ante un semáforo en rojo, que diría padre. Así era antes de que me empujaran a salir a la pista en fiestas. Nunca había bailado y fue como si allí mismo me transformara en baile.