lunes, 1 de octubre de 2018

Rosalía



Hay dos poéticas que admiro en la obra de Rosalía de Castro. La paisajista, sobre todo, que supo abandonar el gabinete de la memoria como lugar de escritura y se puso a recorrer los caminos con la caja de acuarelas de la escritura en la bolsa. En sus versos, la naturaleza suena, huele, hechiza y responde. El pensamiento prende y florece siempre en el lugar y desde el lugar, que entrega sus razones a lo que existe. La otra Rosalía admirable, parece una paradoja, es la metafísica. No hay mirada ni descripción que no suscite una pregunta sobre la permanencia.