martes, 18 de septiembre de 2018

Dietario de sensaciones, 51



He mirado con desánimo el cuaderno. Palabras de caligrafía incierta anotadas en desorden hace días, tachaduras y un mínimo dibujo geométrico que sustituye la frase que quedó en el aire. El resto, casi toda la hoja, en blanco. O quizá, en negro. Tampoco el lápiz se ajusta a la mano, parece entre los dedos alguien que nunca ha navegado cuando sube a un barco en día de oleaje. De pronto oigo, en el vacío de la página, el piafar de un caballo. Y el caballo aparece allí y el jinete lo detiene frente a quien ya está escribiendo, bosque adentro.