martes, 13 de septiembre de 2016

1965-«El guardián del vergel»


Un pegote de barro, las botas. Y solo a la vista un escueto fulgor de piel curtida en la parte alta de la caña. Y a esa altura, la cantonera de la culata. Era lo único que el chico veía, tras los matorrales, del cazador furtivo. Sabía qué continuaba hacia arriba y también que se llamaba Thomas Hobbes, pero era mejor que no le oyera. Inmóvil, Charles apenas se atrevía a respirar el aire húmedo del bosque. La boca abierta. Había visto pasar el ciervo que perseguía, pronto iba a desaparecer, pero del tenso, interminable, instante se defendió llamándose Cormac.