miércoles, 27 de abril de 2016

PRUNUS TRILOBA - memorias, 6


Llegué envuelto en una bolsa de plástico negra, apenas un palo mustio, débil y enjuto que sobresalía. Solo unos ojos visionarios podían ver en aquella vara sin gracia el arbusto del que brotarían tantas flores, tantas, en una esquina del jardín. Con sus manos cavó un hoyo no más grande que una cabeza, removió la tierra para mí, la oxigenó, me sacó de la bolsa que indignamente me guardaba, la desgarró y cayeron terrones de la tierra seca que se desprendieron de mis extenuadas raíces. Me plantó y dejó dentro, conmigo, algo de sí misma. Fue a buscar la regadora.