martes, 12 de abril de 2016

Dietario de sensaciones, 12


Un té a media tarde es una bola de cristal que todo lo sabe, pero que ha decidido no adivinar nada. Dejarlo en suspenso. En el ámbar líquido se concentran los designios del universo, las maravillas, los conocimientos, las contradicciones. Se diría que el té lo conoce todo. Por eso nada le inquieta. Salvo una galleta de avena, que si se desmigaja en su interior, ambos —galleta y líquido— se funden como amantes encandilados. Nada más necesita meditar el té sobre el mundo. De ahí la paz que entrega cuando humea en la taza. Cuando regala la quietud que acerca.