jueves, 3 de septiembre de 2015

Falden engel, 2


No había alcanzado el seto cuando acabó de contar. Lo hizo así: veintitreintacuarentaycinco, cuarenta y seisietochnue y cin-cuen… Creí que podía esconderme antes de que se diera la vuelta y me viera y tuviese que declararme muerto, una vez más el primero. Tras el seto no me hubiera visto en años. Estaba lejos, pero me daba tiempo de sobra. Al oír contar así, de repente el cincuenta, me lancé sin dudarlo tras el olmo. Como babeaba pelusa a los demás les daba asco. Ya antes de aterrizar de rodillas vi el charco de barro y dentro mis pantalones recién estrenados.