sábado, 25 de octubre de 2014

En el Pabellón de Paredes Imperceptibles 二


No solo era el tronco de un ciprés descomunal atravesado en mitad del sendero que se había estrechado bajo la sombra de las altas peñas, sino sobre todo la fragosidad que crecía a su amparo. El cansancio, ante la imposibilidad de que el camino me liberara de la fronda, me sentó sobre una piedra extrañamente cuadrada. La mirada solo me devolvía las tachaduras del lugar. Su indiferencia. Por eso bajé los ojos y escarbé con una rama por entretenerme. Me pareció ver una palabra. Luego, una inscripción. Logré leer el carácter de «Paraíso» y la maraña empezó a cobrar sentido.