martes, 16 de septiembre de 2014

Café il tempo 07


En el mercado donde compraba mi madre los viernes me llamaba la atención, de niño, un puesto de huevos. Estrecho, bien iluminado, mármol blanco, báscula blanca, bata blanca. Cuando pesaba huevos blancos parecía que nadie pesara nada, pero que alguien, a quien entregaban una bolsa blanca, pagara por ello. ¿Cuánto? En una ocasión mi madre me dijo ve y compra una docena. Yo tenía doce años y recuerdo que le pedí un billete para pagarlo. Me dieron tantísimo cambio. Me hice a la idea de que era un producto barato, el tiempo. Por si acaso, no he vuelto por allí.