sábado, 7 de diciembre de 2013

Diário de Coimbra \ Lua de Novembro


Sentada bajo la marquesina en la parada del autobús con traje de lentejuelas, chal y medias oscuras, la luna diurna disimula su disonancia. Vestida para la noche, siempre llegan el antojo de la luz y sus acólitos ocultos en bufandas y gorros de lana para zanjar un territorio de tan exigua extensión. Acaso, ahora que con los colores las sombras pierden encanto, un espejismo. Un poco más, si hubiera durado la noche un poco más el aire indiferente de la luna hubiese enamorado al joven, despeinado e indeciso, con el que se ha cruzado tantas veces y sin embargo ninguna.