jueves, 8 de agosto de 2013

Becqueriana / 27


En las rocas tropieza el ímpetu con el que busca la playa y su súbita espuma se reparte y cuela entre los huecos que sestean como lagartos negros al sol. Con rodillas descarnadas de tanto golpearse y nudillos en carne viva, la ola se retira a las profundidades donde solo la displicencia de las medusas se preocupa por ella. Acaba de entregar un ronco y áspero poema de amor escrito con paciencia durante la travesía azul. Pero insensible, arrogante, el rompeolas lo desprecia. Solo a quien sentado en una piedra asiste atónito al idilio imposible le sobrecoge su agreste belleza.