sábado, 9 de febrero de 2013

Proustiana / 10


En un solo pergamino caligrafían los días su paso. Fruición o desgarro, la pluma los inscribe, jornada a jornada, sobre las mismas líneas escritas. Tantas veces un carácter repasa la idéntica letra que encuentra debajo como otras tantas el signo nuevo contradice aquel sobre el que extiende su trazo. A aquello se suele llamar memoria; a esto, olvido. En los márgenes de la blanda tablilla también el estilete descuidado deja una rara muesca al quedar apoyado mientras no registra vivencias —acaso solo sueños— que en el ilegible recuento de una vida será esa hendidura, al cabo, el único signo comprensible.