martes, 15 de mayo de 2012

Alas


Ha llegado la tarde a sentarse a mi lado en el banco del parque con su rumor de tráfico en la avenida y voces de niños que se llaman unos a otros al columpiarse. Se ha presentado como quien acompaña a la gente mientras piensa en la cena o en un gesto que se ha desleído a fuerza de removerlo dentro con la cucharilla del recuerdo. Cuando he mirado a los ojos azules de la tarde para hablarle de mis cosas, me ha cogido de la mano. No me cuentes nada, me ha dicho. Lo sé todo, ha añadido, apretándomela.