domingo, 27 de noviembre de 2011

Cupidesca tres

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Abre la caja de espejuelos y quiere ver dentro la mano. La cierra. Cuando de nuevo acaricia la tapa busca ver dentro los ojos, y hace por verlos. La guarda en el primer cajón de la mesilla de noche, cubierta por los pañuelos limpios. La compró en un mercadillo de artesanos durante las vacaciones, en una isla. No colocó nada en su interior, pero si la abre allí está lo que quiera contemplar. La mano, sus ojos, una palabra que le hubiera gustado escuchar aquella tarde, mientras llovía. Luego la cierra y ya no está vacía, la caja, los días.