jueves, 23 de septiembre de 2010

La montaña, 6

A tus laderas escarpadas, lejanas cimas e intrincadas sendas vienen buscando, montaña, a quienes ya no son. Mientras tú seguías impertérrita y mantenías inalterables tus exigencias, los humanos inventaban mil modos de caminar sentados, alterar las condiciones del aire, ascender a los cielos o viajar por donde sólo corrían las aguas, siempre gracias a ruidos, zumbidos, estridencias. A ti llegan ahora, y, lo que resulta más chocante, emprenden con entusiasmo la caminata como si nunca hubieran existido coches, aires acondicionados, aviones, metros, imprescindibles para poder moverse. Dicen que es por la belleza, pero no es cierto. Es por tu silencio.