domingo, 22 de agosto de 2010

Cœurs périphériques: genoux

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Musée du Louvre .

—¿Las rodillas? No puede ser.
—Lo es. No podría vivir sin acariciar sus rodillas.
—¿De rodillas?
—Jamás se ponen de rodillas las rodillas. Las ponen. Así las menosprecian.
—Ya será menos.
—Cuando las rodillas se juntan, palpito.
—¿No confundes la rodillas con los muslos?
—En absoluto. Rimbaud les pedía a sus amorcillos provincianos que entrechocaran sus rodillas. ¿Sentiría él lo mismo que siento yo?
—Nada más provinciano, en efecto, que una rodilla.
—¿Lo cosmopolita sería el muslo?
—O el pecho descubierto.
—Para ti. Donde esté el oteruelo de una rodilla. Su simpatía.
—Su simplicidad, dices.
—Quizá sí. Su casi nada.