miércoles, 17 de febrero de 2010

Hoy se vende infancia

El niño había adaptado unas bandejas para que albergaran, ordenada por colores y modelos, su colección de coches en miniatura. Baratos, sin otro encanto que el de volver una tarde de diario, tras el paseo, con uno nuevo a casa. El niño tuvo muchos cochecitos. Disfrutaba, se nota. Por el tipo de juguete, la suya fue una infancia en los noventa. Era cuidadoso y los dejó a buen recaudo —como buen coleccionista— para la eternidad. Pero un piso pequeño, un nacimiento, quién sabe, le obligó a perderlos. Ahí está en los Encantes también el niño que he dejado de ser.