martes, 27 de octubre de 2009

El territorio de la mirada, 3

Jane Dickson. Gaiety 2, 1994
Inválida, la noche vagabunda
que tropieza en bordillos y adoquines,
cien taxis amarillos siempre a punto
de atropellarla, me condujo a ciegas
hasta el umbral. Quería y no quería
dejar mi huella sobre el terciopelo
de las cortinas. Alargó su vara
la noche hasta mi espalda y di aquel paso.
Oscuridad y luces se partían,
agua y aceite, la respiración.
Me senté entre las sombras: mi atributo.
Bajo la luz un cuerpo ya giraba,
desnudez en silencio, ante los ojos.
Bajo destellos, en mitad de un túnel.
Música inane, toses, sonaderas,
griterío, gargajos, estornudos
brindaban armonía al dolce idilio.