jueves, 12 de marzo de 2009

Habitaciones vistosas









En el balcón, uno se deja ilusionar por el espíritu de propietario interino de las vistas. El puerto, que al mar educa con su enmarañada docencia de dársenas y grúas. O la plaza, donde mueren y nacen los tranvías como ave fénix que sacara unas oposiciones. Las vistas hoteleras encarnan la alteridad del alma, escribirá tal vez, si se ha dejado seducir por el encanto decorativo de la ciudad visitada. Acaso seáis, vistas efímeras, sólo la bolita cárdena del collar roto que el niño descubre bajo la mesa mientras la madre exclama: «¡Tira eso, no te lo vayas a tragar!».