lunes, 1 de septiembre de 2008

JK5022

Durante dos horas el viaje contiene historias atrapadas en el fuselaje. Son cuentos de verano. La emoción con que se vivan no les resta trivialidad. El viaje en sí mismo resulta trivial. También esos jóvenes que iban a conocer lo que es volar: un trámite. Triviales por el sesgo sociológico con el que ahora transcurren las vidas: argumentos que forman racimos. En dos horas el recipiente hubiera acogido otras historias. Un trámite. La trivialidad del engranaje asegura su multiplicación: pacto de fásmidos. Sólo lo inesperado interrumpe la cadencia. Sólo la tragedia le da sentido a cada una de las historias.