Que nadie llame a mi puerta carece de importancia y tampoco impide que durante el día continúe pendiente de quien pueda venir a visitarme. Sé que el lugar queda en un barrio apartado. El metro deja lejos. Pero tengo un limonero en el patio, y algunas macetas con hortensias y azaleas. Es una casa antigua, sin escaleras, y en todas las habitaciones hay una ventana por la que me asomo por ver si quien aquí se dirige se ha perdido con las señas y me busca en la calle de atrás. Nada me gustaría más que salir a su encuentro.
miércoles, 1 de octubre de 2025
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