lunes, 7 de septiembre de 2015

Falden engel, 4


No siempre es. Aunque tampoco se puede simular. O solo su simulacro. Lo que no es para comprobar que no lo es. No es una obviedad. Nada de cuanto la concierne es una obviedad. No siempre es. Aunque se hayan cerrado los ojos para no ver, y los brazos y las piernas y la boca permanezcan inertes. Y solo se quiera oír lo que está dentro y no se quiera admitir que haya nada fuera que entre. Aun así, no siempre es. La hormiga que se adentra con curiosidad en el orificio de la nariz desvirtúa la voluntad del silente.