jueves, 12 de agosto de 2010

Cœurs périphériques: pieds

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Musée du Louvre

El gesto de quitarse los zapatos —sin calcetines, los calcetines rara vez ocupan un lugar en la imaginería amorosa— deja a los pies indefensos, como un niño que sale a jugar desnudo. Así lo escribió Anne Sexton en el poema «Barefoot» para que existiera una imagen con la que comprender desde dónde arranca el deseo —exactamente my hunger mark—. Los pies tienen apariencia de asalariados frente a los órganos aristocráticos: las tímidas y lunáticas plantas, la difícil belleza de los dedos extraños, la provocación de los tobillos: olvidada esa pendiente de colina, la noche se encamina hacia donde quiera.