sábado, 26 de abril de 2008

Ella

A las ocho, el único poso que encuentro de la noche en el fondo del vaso de esta mañana —en la que va a ganar el sol— es una enorme cucaracha en la acera con las seis patas hacia el cielo. Enfrente, en una ventana, una mujer en bata se esmera por limpiarle las legañas al día. No me reconozco en el brillo que reflejan los parabrisas ni en el movimiento de quienes se apresuran por llegar a alguna parte. Hasta la chaqueta, como un vestigio de otra edad, me pide que desatienda sus cuidados. La primavera es, esencialmente, impúdica.

martes, 22 de abril de 2008

A propósito de caracoles

Si hablamos de caracoles, queridos A e I, mi recuerdo corre a la catedral de Toulouse. Me había sentado en un banco a contemplar un cuadro diabólico (representaba el infierno, creo), y al levantarme escuché un tristísimo cracrac. Al retirar el zapato, vi un caracol chafado en medio de la basílica. Sin duda, aquel era el signo de un desastre. De hecho, cada vez que me rechazan un libro me digo: lo ves, chaval, es la venganza del caracol aplastado en la catedral. Hay que andar con cuidado con estos bichos. Se enroscan dentro de uno y no perecen nunca.

domingo, 20 de abril de 2008

¿Cien peces son noventa y siete peces?

De vez en cuando le asalta a uno cierta especie de hipocondría al contemplar el trabajo de un artista que no aprecia en el que descubre, horrorizado, una coincidencia. En el Museu de Serralves inauguran una instalación de Bruce Nauman titulada Fonte de Cem Peixes. Consiste, la obra, en peces de bronce, suspendidos por la sala, de los que salen chorritos de agua en todas direcciones. El hecho de que eligiera cien peces enferma mi afición a los párrafos de cien palabras: ¿también chorrearán mis texcienillos? Alguien cuenta los peces: ¡Sólo hay 97 en la Fuente de Cien Peces! Respiro.

sábado, 19 de abril de 2008

Mañana de lluvia en Oporto (para Jorge Gomes Miranda)

La ciudad está ahí afuera, desangelada e impávida, bajo la lluvia; y yo a este lado de la ventana dispongo de un reino de prodigios, hasta las doce. A mediodía, como en un cuento de hadas, mis posesiones —un sillón con reposapiés, un televisor de pantalla plana, luces para la intimidad— desaparecerá y me quedaré a solas con la ciudad y el mal tiempo. Es el espejismo de los hoteles, que un simple día de lluvia convierte en una pesadilla. Resulta curioso este emblema de nuestra época: el paraíso esta aquí, y a las doce entrarán en él nuevos huéspedes.

miércoles, 16 de abril de 2008

Meditación camino de Oporto

De los cuarenta días de navegación del primer viaje de Camilo Pessanha a Macau se conservan algunas cartas a la familia con interesantes observaciones. Al llegar a Port Said realiza un comentario en apariencia intrascendente: «No he visto absolutamente nada de lo que se explicaba en un artículo que leí…» Estas palabras triviales ocultan un sentido más complejo: si lo «que leí» representa la autoridad, admitida con inocencia, y lo que «he visto» alberga una actitud personal, igualmente ingenua; el pensamiento crítico nace en el momento en el que entran en contradicción el principio de autoridad y la impresión personal.

domingo, 13 de abril de 2008

Flor de loto






«¡Si eso está en la dirección opuesta!» —exclamé cuando me dijo que se dirigía hacia la región de los Grandes Ríos, y para mis adentros añadí: «¡Pobre estúpido, por este camino no va a llegar nunca a su aldea!» «¿Quién te ha contado que quien camina sigue una dirección? Contempla aquella flor de loto minúscula —y el viejo señaló hacia un charco que había un poco más allá, bajo un tilo, junto a la senda—, vivirá mientras los carreteros mantengan la costumbre de vaciar una garrafa para que se refresquen los animales antes de tumbarse a sestear. Como yo.»

sábado, 12 de abril de 2008

«El incesante vuelo», GCC

En el cielo se pelea el sol con una escuadrilla de nubes, retaguardia de la tormenta que cayó anoche. En tierra, la piel áspera de la ciudad se ha llenado de lunares. En alguna pequeña hendidura se ha formado un charco que resiste la llegada del día. Como la pupila de la persona amada, refleja con nitidez a quien lo mira por escudriñar, tras su don diáfano, algún signo entre las suciedades de la acera. Los periódicos traen hoy más páginas y el pan menos gramos. Me dejo acariciar por el aire húmedo mientras pienso qué contaré de los charcos.

viernes, 11 de abril de 2008

Elegía en Getafe

De vez en cuando (sólo muy raras veces y siempre de una manera inesperada) un partido de fútbol deja de ser un juego intranscendente para convertirse en una trama. De hecho, en algo más que un argumento; insospechadamente se transforma en la encarnación de un mito: anoche creíamos estar viendo una adaptación de Calixto Bieito de David contra Goliat. Pero no se convierte, el partido, en mito sólo para ilustrarlo, sino para releerlo, redimensionarlo (¿qué querrá decir esta palabra contemporánea?); para adecuarlo al presente: en los tiempos que corren la gesta heroica de los débiles resulta puro ornamento. Mero Bieito.

miércoles, 9 de abril de 2008

El sentido

El amante subyugado —en una novela de Tanizaki— acecha las heces de la amada despótica para descubrir que es mortal y así desenamorarse. En algún lugar he leído que la mayor preocupación de los conservadores del Museo Británico es contrarrestar los gases ocasionados por las flatulencias de los visitantes. Si aspiramos a lo espiritual, aparece el cuerpo. Si exaltamos el cuerpo, se interponen los excrementos. Si amamos los retretes («Metióme Elrey en su retrete», traduce Fray Luis en El Cantar de los Cantares de Salomón), emerge en ellos el alma. Así este blog, entre deposición y salmo, sin hallar sentido.

domingo, 6 de abril de 2008

La instancia

—Esta es la instancia, señor.
—¿…?
—La del pistolero que apostamos hace cuatro años junto a la cárcel por el tema del mafioso, ¿recuerda?
—¿Sigue ahí?
—El tipo se protege bien. Siempre camina rodeado de esbirros.
—¿Y…?
—No es el trato que hicimos con el director. Un cadáver sí, más no.
—Vaya contrariedad. Y el mafioso, ¿nunca hace de vientre?
—Las ventanas son demasiado altas.
—¿Y cómo se sube los pantalones?
—En cuclillas.
—¿Así? (El ministro hace el gesto de subirse los pantalones en cuclillas) ¡Difícil! ¿Y qué pide en la instancia el pistolero inútil?
—Nada, que le reconozcamos el trienio.

sábado, 5 de abril de 2008

¿Cómo saber qué lee quien está leyendo?

El cambio de horario deja a las ocho, igual que el dibujo de un niño coloreado a medias, la ciudad por hacer. Tampoco mis pensamientos, camino de la panadería, consiguen darle brillo a mi cabeza. Por azar vi anoche el fallo de un premio literario, otorgado a una novela «entretenida y que se lee fácil». La lectura es uno de los malentendidos contemporáneos. Igual que la extensión obligatoria de la enseñanza ha acabado con la educación, las campañas de lectura rebanarán el cuello de la literatura. Oír cómo ensalzan un libro, hoy, estremece; tal que un título de la ESO.

jueves, 3 de abril de 2008

Pentatlón

A las puertas del taller coincido con un comercial. Baja en camisa y le disgusta que me divierta cómo la brisa zarandea su corbata. Fumamos. Se esfuerza por exhalar un humo más prieto y blanco que el mío. Cuando escupe, trata de alcanzar mi salivazo. Su lanzamiento de colilla queda lejos del montón de herrumbre que la mía ha coronado. Nos miramos. Acepta el reto. Desenfunda. «Es del frío», le consuelo. Empieza a salpicar las losas mientras dibujo un arco perfecto hasta la arena. «Me levanto 2.500 de comisión, ¿y tú?» —me encara. «Has ganado; cinco puntos yo, tú seis».

miércoles, 2 de abril de 2008

Díptico AFM (1)

En Nocilla Dream los fragmentos fugaces (planetarios) pendían como zapatos abandonados del árbol solo en mitad del desierto. Era el símbolo que sostenía la novela, y aunque no se supiera de qué era símbolo exactamente, o aunque fuera símbolo de nada (exactamente), su formalidad (de símbolo) presidía la intimidad de las historias (fugaces). En Nocilla Experience ya no hay árbol sino diversas azoteas de solitarios urbanos que acaso repitan la imagen (idealizada o descriptiva, no lo sé) del propio escritor [manierismo primero]; los fragmentos (a veces menos fugaces y menos planetarios) surgen porque sí, sin vínculo sutil que los enlace


(2)
[manierismo segundo], y las historias avanzan hacia su distorsión, su hipérbole, su extravagancia de megalópolis tecnológica [manierismo tercero]. Todo ello es, sin embargo, un mérito de Nocilla Experience. Al cerrarla veo clara la diferencia entre la novela experimental (que refleja la percepción de un individuo en un ejercicio de soledad estilística) y la novela contemporánea (que describe el modo cómo el presente —o el futuro inmediato— transforma la realidad). Los manierismos, los tres, no son patrimonio de la novela; lo son de las sociedades occidentales. Como novela contemporánea el peligro que le acecha no es la ininteligibilidad, sino el costumbrismo.

martes, 1 de abril de 2008

«La madre del capitán Shigemoto», en Siruela.


A través de antiguas crónicas y cancioneros del siglo X, Junichiro Tanizaki (1886-1965) reconstruye la sutil historia de dos donjuanes japoneses. El primero, al estilo occidental — «mujeriego como era, había tenido relaciones con incontables mujeres, a la mayoría de las cuales abandonaba tras una sola noche»—, sucumbe ante la falta del arte de la sutileza del otro, un ministro de la Corte que arrebata una joven mujer a su marido, un viejo gobernador. De la fábula se concluye que el seductor convencional no deja de ser un ingenuo, un auténtico pánfilo, frente a la crueldad que emana del poder.