miércoles, 31 de agosto de 2016

1961-«La casa de las bellas durmientes»


Los vende como cazamoscas Shiki, ese joven de cabeza afeitada que se sienta en un rincón del jardín a verlas pasar, Masaoka Shiki. Al irritar con su insistencia, explica, los insectos roban los recuerdos a la gente. Cada volador que se aparta a manotazos resta la posibilidad de identificar un rostro entre la multitud o de reconocer en un paisaje de nieve las pisadas de quien se ha sido. Los pliegos enrollados los aplastan con solvencia, le dijo un día al viejo Yasunari, cuya desmemoria le acuciaba la búsqueda de una memoria de repuesto. Ni le oía, pasó de largo.

lunes, 29 de agosto de 2016

1960-«La sombra del cuerpo del cochero»


En una esquina de la plaza del mercado un tal Platón, chato y barbudo, ha instalado su espectáculo de sombras chinescas bajo una carpa de mantas y plásticos sucios. Por unas monedas, que los más jóvenes reúnen con facilidad, les enseña a comprender, a través de las siluetas que dibujan las persianas a medio bajar, qué ocurre detrás de las puertas que los adultos cierran tras de sí. Un mocoso llamado Peter, que ha empezado a ver que la vida es una pensión cuya patrona sirve en platos de estaño un cucharón de aguachirle por sopa, no se pierde función.

sábado, 27 de agosto de 2016

Dietario de sensaciones, 19 (Chocolate)


¿Qué estás comiendo? —me preguntas—. Na-da —pronuncio con dificultad y sin abrir los labios, como si en lugar de hablar soplara en la embocadura de una trompeta—. No te creo —sentencias—. Yo tampoco —acepto y confieso—, es una pequeñísima, nimia, minúscula, diminuta, casi invisible gran pastilla de chocolate. ¿De chocolate? —inquieren más tus ojos que tu voz—. Sí, ¿quieres una? —y te la muestro, envuelta aún en plata, en mi mano escondida—. ¿Tenías dos? —el interrogatorio que no cesa—. No —niego—. ¿Entonces? —dices con lógica aplastante—. Esta la traigo para ti.

jueves, 25 de agosto de 2016

Dietario de sensaciones, 18 (Ballet)


Me abraso —me quejo al ir a sorber la infusión—. Eres un impaciente —constatas—. Es posible, pero también es posible que esté demasiado caliente —me defiendo—. Mira mi taza —dices—. La miro. Tu taza humea con extrema elegancia. Un vapor traslucido caracolea en el aire plácido de la cocina como si de repente una orquesta diminuta, extendida por el borde de porcelana, estuviera interpretando El lago de los cisnes y el vaho realizara como ejercicio una delicada croisé devant. ¿Lo ves? —preguntas—. Claro —confirmo—, estoy a punto de empezar a aplaudir. Y sin quemarme.

martes, 23 de agosto de 2016

Dietario de sensaciones, 17 (Lago)


Remo. El lago parece el lomo de un gran animal dormido. Los juncos de la orilla musitan. Las aves desaparecen en la fronda que las aguas dibujan ya con desgana. Me miras remar y te ríes. Estuve en Lepanto —te digo—, luchando en un esquife al costado de Cervantes. Sí —me respondes—, pero mientras él remaba, tú estabas tumbado en el sillón. Es lo que tiene la lectura —te digo—, pero —añado—, prometo leerme también un manual de remo. Continúas riéndote. La barca fluye en la tarde. El sol se peina para salir por la noche en otro lugar.

domingo, 21 de agosto de 2016

Aforística


Rui: en el campo crecen aforismos que quien va en busca de espárragos o setas jamás descubre. Quedan atrapados entre la maleza, en las grietas de los muros de piedra, en las puertas que hace tiempo perdieron su cerradura, a la sombra de algún sauce. Para cazarlos solo se necesita un lápiz y un cuaderno, más bien pequeño, cuyas hojas estén llenas con anotaciones de horarios ferroviarios y de listas de la compra. Estoy convencido de que regresarás a Lisboa, en septiembre, con un cesto lleno de aforismos, y yo podré volver a casa sin lo que crece sin permiso.

jueves, 18 de agosto de 2016

# 568 oiɿɒƚɘib ,yɒnƨo⅃ ɒǫɒM


Los sueños construyen espacios. El tiempo no crea nada ni permite que nadie crea en él. Es un molino cuya piedra pasa por las vidas enharinándolas. Los lugares, sin embargo, crean sueños y se dejan también crear por los sueños. Les imaginan una llovizna suave, atlántica, que humedece el rostro de quienes caminan abrazados por un sendero de arena oscura con la capucha puesta. Les construye cafés al final de una calle para compartir las tardes de invierno junto a la cristalera donde las gotas se entrenan. Los sueños le dan sentido a los espacios, que brillan con su fulgor.

lunes, 15 de agosto de 2016

# 567


En la concha de los deseos a veces entra un mínimo grano de arena, un casi nada que se queda pegado a la lengua de la ostra. Sobre el imperceptible y tosco grano, el molusco vierte un cemento suave con el que lo rodea y embellece. Y una vez vertido, ya no sabe cómo detener ese gusto de hacer crecer el grano, transformado en un bulto esférico, brillante, nacarado. Y cuenta la ostra el tiempo por el tamaño de su huésped, que crece con ella, dentro de ella, como un sueño que colmara su vivir marino. La perla, un sueño.

sábado, 13 de agosto de 2016

# 566


Las palabras ven por los ojos y los ojos ven en las palabras. Cuanto alguien escribe lo estoy viendo. Y no se ve lo mismo que se ve en las mismas palabras cuando se leen escritas en otra caligrafía. No se escriben igual las palabras ni se leen de la misma forma ni contienen ningún significado previo al significado de lo que han visto los ojos de quienes las han escrito. En las palabras se ve a alguien viendo. Se le escucho hablar, cuando habla, y cuando está en silencio, frente a la ventana, se le ve meditar el tiempo.

jueves, 11 de agosto de 2016

# 565


La realidad, lo que llaman realidad, no es más que un resumen de la realidad. La sinopsis de una novela en una cuartilla. De una vida en un par de fechas. De un paisaje, que solo quien lo transita cada día con los cambios de luz y de estación empieza a conocer, en una estampa. Lo real solo se reconoce en la expansión confusa del presente. Los pasados revueltos, unos con otros. Y también las realidades anheladas, porque el deseo es el más fiel constructor de realidad que existe. Caminar en todas direcciones del tiempo al mismo tiempo, la realidad.

martes, 9 de agosto de 2016

# 564


Las manecillas del reloj de la plaza se llaman tranvías. Igual que ocurre en los puestos del mercado, venden a granel sus productos. Cuando se le pide, el charcutero descuelga la longaniza del gancho, empuña el cuchillo con destreza y descuartiza el todo del embutido en rodajas que caen sobre el papel que en la balanza pesará lo mismo que una de ellas. Así ocurre con los tranvías, sirven el tiempo en lonchas a quienes los aguardan, de pie, en la acera, sintiéndose envoltorio que unas gotas de grasa han manchado y se les envía a la basura, sin nada.

sábado, 6 de agosto de 2016

# 563


El tiempo que está reconstruye cada día su hábitat sobre el tiempo que no está, igual que las civilizaciones antiguas levantaban de nuevo las murallas derruidas y los edificios quemados tras un asedio. Tras el asedio de los días, se recompone el jardín de las sensaciones y la emoción de los sentimientos con cuanto se puede compartir: la belleza, la alegría y el goce que genera la escritura que se entrega con el mismo estremecimiento que un abrazo. El tiempo que está es aquel en el que se decide vivir, en el que las voces erigen el castillo del deseo.

jueves, 4 de agosto de 2016

# 562


Ángeles del presente, los gatos se detienen para descubrir el sentido de una realidad que desconocen. Escudriñan el espacio. Atienden a movimientos y olores, se diría que los estudian antes de actuar. Cartografían lo que descubren. Lamen el hocico de la camada para contarles los nuevos significados. Su erudición les sosiega. Saben que son capaces de discernir cuanto ocurra, no por el mero hecho de ocurrir, sino porque lo que acaece transforma el retrato del instante. De nada le vale al gato lo que supo, y lo que venga valdrá en razón de lo que ahora sea capaz de mostrar.

lunes, 1 de agosto de 2016

Maga Losnay, dietario # 561


El pájaro de los días vuela y reduce el cielo al paspartú del cuadro que lo enmarca en los ojos. Transita, y en su tránsito iguala horas, tardes, recorridos. El ave del tiempo extiende sus alas de sudario sobre los cuerpos dormidos. Entre mirar de dónde viene y querer saber a dónde va, se queda el presente sin presente. Mojón que en la carretera señala impertérrito el mismo significado. Aspas de molino que han memorizado su senda. Escrutinio estéril antes de que el acontecer ocurra. Tiempo, un pájaro que huye. Ave que se ha detenido; quien despierta habita un espacio.