jueves, 3 de abril de 2008

Pentatlón

A las puertas del taller coincido con un comercial. Baja en camisa y le disgusta que me divierta cómo la brisa zarandea su corbata. Fumamos. Se esfuerza por exhalar un humo más prieto y blanco que el mío. Cuando escupe, trata de alcanzar mi salivazo. Su lanzamiento de colilla queda lejos del montón de herrumbre que la mía ha coronado. Nos miramos. Acepta el reto. Desenfunda. «Es del frío», le consuelo. Empieza a salpicar las losas mientras dibujo un arco perfecto hasta la arena. «Me levanto 2.500 de comisión, ¿y tú?» —me encara. «Has ganado; cinco puntos yo, tú seis».