domingo, 28 de diciembre de 2008

Luciérnaga

—No tengo paciencia ni edad para aprender a escribir todas las palabras, con la cantidad que hay; enséñame sólo las importantes.
—La escritura no funciona así, Xênia.
—No te rías, pánfila; aunque analfabeta, también yo fui jovencita y garbosa, ¿o es que crees que siempre anduve tan vieja?
—Es que se enseñan las letras, no las palabras.
—¿Y para qué sirven las letras si no es para escribir palabras?
—Pesada.
—Además, enseguida llegará un cliente y me dejarás a verlas venir; eres la preferida de la casa.
—Te haré caso. Empecemos: ¿cuáles es para ti la palabra más importante?
Pirilampo.

viernes, 26 de diciembre de 2008

De libros y hoteles



A Isidro Hernández


Los libros son también habitaciones de hotel. Se viven intensamente durante unos días, horizonte constante hasta que se abandonan la fecha prevista para no volver. O sí, hay quienes regresan al mismo hotel, a la misma habitación y reescriben el mismo libro. No es un juicio de valor, sino una forma de entender la literatura. Y acaso la vida. Otros poetas cambian de habitación y de destino en cada libro; la anterior les queda siempre lejos del lugar donde andan en el momento. Pero eso no implica que la historia no sea la de todas las habitaciones donde ha escrito.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Un regalo de la literatura por Nochebuena: «Heridas causadas por tres rinocerontes», de Fernando Sanmartín, en Xórdica

Yorgos aún no ha cumplido cuatro años. Pasea por los corredores del hospital junto a otros niños que también arrastran portagoteros y padres heridos por tres rinocerontes. Este relato de la enfermedad que ha escrito Fernando Sanmartín, compuesto tras salvar retales y trizas no sé si de escritura o de la propia vida, tiene el humilde don de devolver el sentido primigenio a la literatura: la metamorfosis de la herida —la herida verdadera— en retrato, en experiencia, en lenguaje no usado; en obra de arte. Sanmartín no escribe para redactar bien; escribe bien para poder comprender mejor la incomprensible realidad.

domingo, 21 de diciembre de 2008

José Luis Giménez-Frontín

Suena el teléfono. A punto de ser demasiado tarde para recibir una llamada. Es un amigo. En viento helado, en oscura noche. La noticia me deja en la intemperie. Las actividades de la ACEC durante este otoño, de las que era alma y cuerpo, permanecen en la memoria como superficie recién pintada. Su sonrisa pletórica, en octubre, durante la presentación de Los años contados, en una Central donde no cabía ni una persona más. ¿Dónde están? Pensaba que en el lugar donde las encontraría con solo acercar la mano para estrechar la suya. Ha muerto un escritor de verdad extraordinario.

sábado, 20 de diciembre de 2008

De viaje

La impresión que tuve en el desierto es que el significado afectaba sólo a la palabra, no a la realidad. Quizá fuera el espejismo de quien va por primera vez. Fue en Jordania. Y me pareció que aquella ruta por las arenas del desierto no tenía nada de desierta. Por donde pasáramos veía tiendas nómadas, carreteras llenas, chiringuitos en cualquier parte—un tendido de luces de colores, unas mesas y varios trailers aparcados en hilera—, animales y gente caminando en el vacío no se sabe ni por qué ni hacia dónde. Igual que ocurre con los blogs: desiertos frecuentados.

jueves, 18 de diciembre de 2008

Casavella

La deriva de noches y de literatura nos juntó en algún bar. Era la época en la que seducía con El triunfo. Yo no sabía muy bien qué era un novelista —mis amigos eran poetas— y Casavella contribuyó a darle cuerpo a mis modelos. Como haría Hemingway, invitaba a todos los presentes. Acababa de dejar su empleo en la Caixa —también inaudito— para irse a escribir a una desértica urbanización de la costa. Tenía que recorrer varios kilómetros en busca de tabaco. Y cuando se hartaba de la máquina de escribir, salía a pasear por las playas solitarias del invierno.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Cosas de la edición (tríptico)

La nueva agrupación de editores Contexto, Premio Nacional a la mejor labor editorial este año, lo celebra en su revista corporativa Contexto, que ojeo. Algunas páginas sirven como escaparate para las novedades (3 por sello) de las 7 editoriales del grupo. La revista da noticia, pues, de 21 libros, de los cuales 15 son títulos de narrativa y 6 de ensayo o biografía. 18 son traducciones y 3 han sido escritos en castellano; los 3 pertenecen al segundo tipo. Es decir, ninguna de las 7 editoriales de Contexto presenta ni siquiera una única obra narrativa escrita originariamente en español.
(2)
No se trata de que sean mejores los libros traducidos u originales, sino de que existe un desequilibrio ante el que conviene detenerse. Un 15-0, infringido por parte de las editoriales emergentes —con una distribución nacional solvente—, supone una decisión en contra de la narrativa contemporánea en una lengua que tiene consecuencias. Contexto representa el nivel intermedio del ámbito editor: entre los grandes grupos y la edición regional. Como editores independientes toman el relevo de Anagrama y Tusquets, cuyo papel fue esencial en la novela actual española. Y este protagonismo, al que renuncian los herederos, ¿quién lo cumplirá ahora?
(3)
Esta renuncia tan clara, ¿qué consecuencias tiene? Las que ya se ven. La edición actual se ha partido: por un lado los grupos, que subrayan sus estrategias comerciales; por otro, las pequeñas editoriales autonómicas. El papel que cumplió, por ejemplo, Anagrama se diluye en sus constantes desaciertos. Los editores que siguen sus pasos se desentienden. Los autores sin excesivo ánimo comercial se refugian en el margen territorial de la edición. Los autores con ese ánimo, repiten sus fórmulas exhaustas. La insatisfacción crece: sobre la mesa de la librería, títulos idénticos; y los libros maravillosos que sí se publican, nunca están.

sábado, 13 de diciembre de 2008

Sin periódicos

Ya he vuelto de la panadería: ¿dónde está el itinerario que he seguido? En los folios que tengo sobre la mesa y en las delicados signos en rojo que de vez en cuando introduzco entre letras. Hasta olvido comprar el diario. Corrijo pruebas. No se acaba nunca de perseguir erratas, incoherencias, deslices. En la droguería no venden veneno para erratas. Se esconden bajo las palabras, salen de noche para alterar de día el orden inmutable de lo ortográfico. Cuando pase por los folios huirán a sus escondrijos y se frotarán los élitros imaginando la eternidad que les dará la imprenta.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Alcântara. (Fondo de estanque \ 7)

Polillas en la madrugada,
los tranvías regresan al hangar
de los sueños perdidos. Luz metálica,
herrajes lánguidos, lagartos,
felicidad de grasas tan antiguas
como los versos sincopados.

Te llevé un día a verlo, los dos juntos
de la mano; silencio entre cegueras.

Abierta fruta al mediodía,
la cochera recuerda una vitrina
de dioses, biblioteca de espasmos,
pinchados coleópteros azules,
reino libre de túneles e insultos,
reino apátrida, lejos de los tábanos.

Mi camino cruzaba siempre
por delante: su puerta, mi ventana.

Enigmático dial, destino, cauce,
paciente don de un trazo paralelo.
No es cierto que alcances donde dices,
Vía Muerta.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Al acabar de leer «Poética y poesía»



Jordi: En tu poética me he sentido próximo a «la lógica del texto en marcha». Más o menos también es mi manera de trabajar. Empiezo a escribir con una impresión, creo una estructura y camino hacia donde la escritura me dirija, tal como tú expones con lucidez en Poética y poesía. Tampoco concibo el pensamiento sin su partitura. No sé lo que es tener ideas si no están caligrafiadas. Desconfío de quien habla mucho y escribe poco: cuántas veces digo algo pensando que lo pienso, luego me pongo a mecanografiarlo y compruebo que es insostenible. Que no puede ser escrito.

lunes, 8 de diciembre de 2008

Ríos

Desde la mitad del puente, sobre el arco de hierro, las aguas parecen seguir el impulso del destino, acaso de la necesidad. ¿Qué tendrán en común con mi movimiento, me atrevo a pensar, perpendicular, paralelo u opuesto al suyo, conforme desee? Mientras ellas sólo se dejan llevar, mi albedrío puede remontar el cauce y aun subir más alto, hasta el monte abrupto. Y de acompañar su camino, no detendrán las arenas del delta mi andadura. Una caja de fruta vacía navega con la corriente, atraviesa el arco de metal, avanza hasta la curva, desaparece. Mañana seguiré aquí mirando el río.

viernes, 5 de diciembre de 2008

«De donde no se vuelve», de Alberto García-Alix, en el Reina Sofía. Exposición visitada el jueves 27 de noviembre

Mi habitación en Barcelona. Alberto García-Alix

Cualquier acercamiento a las fotografías de García-Alix desde la perspectiva de la crónica está condenado a la trivialidad. A lo que más se parece «De donde no se vuelve» es a la obra de van Gohg. Comparten el mismo autismo artístico: los autorretratos, las estancias de la vida cotidiana y la dimensión alucinada a la que lanza lo inmediato. El paralelismo sitúa la fotografía realista en un ámbito ajeno, opuesto, contradictorio: la expresión visionaria. Las diferencias entre retratos y autorretratos casi desaparecen; la soledad transforma lo vano en metáfora; la temporalidad otorga profundidad al plano. La mirada no capta; deforma.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Un manojillo de quebrantos

Cada sábado, sin falta. Con la misma ilusión por ganar los trescientos euros Antonietta baja los escalones de la taberna. Cuando sube al entarimado, no ha de mirar la letra en el televisor. «Antonietta, tienes la voz más hermosa de Perugia» —le gritan. Y Antonietta se ruboriza y piensa en los trescientos euros del premio semanal en el karaoke, que siempre ganan otros concursantes. «¿Por qué cambias la letra de las canciones, Antonietta? Si no lo hicieras el premio sería tuyo. ¿Por qué no dices Quel mazzolin di fiori?» Y Antonietta suspira: «Porque es más real Quel mazzolin di fratti

lunes, 1 de diciembre de 2008

Nosotros

En El baile de los silenos leo un preocupado análisis sobre la literatura en este medio: «porque un post no se relee, como, por ejemplo, el relato de Monzó». El ejemplo me desorienta: ¿es Monzó un modelo de relectura? Nunca lo hubiera dicho. Vayamos al caso. Una anotación bloguense tal vez no se relea, pero la mayoría de los libros tampoco. De hecho, ni siquiera se leen, aunque se compren. Sólo se mantiene el prestigio —el mito, la memoria, el anhelo— del Libro: una convención como otra cualquiera. El blog sabe a poco, apenas tiene aureola; pero sí lectores: nosotros.